jueves, 25 de agosto de 2011

Cuando los hijos echan a volar


Todos somos conscientes de que los niños crecerán, que dejarán de ser dependientes de los padres y echarán a volar, pero ¡qué difícil es de asimilar!

Entendemos que tienen vida propia, que son independientes, que no nos pertenecen, que tienen derecho a equivocarse, a conocer sus propias limitaciones; a sufrir, a fracasar, a sentirse desesperados, pero ¡qué difícil es de asimilar!
¿Por qué no hará esto que yo pienso que es mejor? ¿Por qué no eligió esa carrera universitaria que era más adecuada? ¿Por qué no se relaciona en los círculos que le convienen? ¿Por qué parece que no me quiere escuchar? Pues… simplemente porque lo eligió así, sin más. Pero ¡qué difícil es de asimilar!

Cuando son niños de corta edad, protestamos por su comportamiento, porque no comen, porque no duermen, porque no nos dejan leer, descansar, hablar o ver la televisión. Pero cuando crecen ¡Cuánto daríamos por volver a soportar todas esas molestias! Entonces eran nuestros, sí, nuestros de verdad. Luego es muy diferente, siguen siendo nuestros hijos, continúan llevando nuestros apellidos y figurando en el Libro de Familia. Aún los disfrutamos, ¡cuándo nos dejan! Y también seguimos estando orgullosos de ellos. Pero de una manera tan distinta, que en ocasiones, se asemeja mucho a cualquier extraño, y eso… ¡Qué difícil es de asimilar!
Sigues pensando que debes protegerlos de cualquier mal y sufrimiento. ¡Y qué narices importa que tengan 18, 20 o 30 años! Tú continúas sintiéndolo del mismo modo, te sigue doliendo el corazón cuando sufren, cuando se equivocan, cuando están de mal humor, cuando no sonríen. Pero ahora no puedes tomarles de la mano para que no se escapen, ni abrocharles el abrigo para que no se resfríen, ni meterlos en tu cama cuando tienen miedo, ni hacerles sonreír con su peluche favorito. Ya son demasiado mayores para eso. Pero, en cambio, tus sentimientos como padre o madre continúan siendo los mismos que cuando tenían 2, 5 o 10 años; los quieres y deseas seguir protegiéndolos de la misma forma, pero ¡esto ya no es posible! deben de continuar el camino de la vida sin tu custodia perpetua, pero ¡Qué difícil es de asimilar!
A pesar de tus sentimientos, ellos han crecido, han echado a volar, y tú debes de entender que tienen su vida propia y debes dejarlos marchar. Debes morderte la lengua en cientos de ocasiones si no quieres que te repliquen, y debes ser sutil, en otras, para que te entiendan sin llegar a enojarlos; debes de mirar hacia otro lado para no impedir que sigan su curso, ya que entiendes, muy a tu pesar, que es lo correcto, pero… ¡Qué difícil es de asimilar!
¿Cuántos padres que lean estas líneas me entenderán? Supongo que muchos, pero el resultado continúa siendo el mismo, ellos han crecido y hay que dejar que sigan su curso. Pero ¡qué difícil es asimilar todo esto!
Lola Sancho

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